CAPITULO 1
3 de enero, un día oscuro y lluvioso. Pero la lluvia no es limpia - pensó Talía, una enfermera rubia de ojos claros, de 20 años, que vivía en Manaos - sino un líquido que cubre todo de un fango oscuro, y pinta la ciudad de color gris como el cielo.
Esa mañana se había despertado aturdida. Miles de pensamientos se agolpaban en su mente. Apenas había dormido durante la noche; una pesadilla frenética le había dejado la boca seca y un fuerte dolor de cabeza. Se levantó con el sueño todavía arañando su cara y se dirigió al baño. Contempló su rostro en el espejo, su tez pálida revelaba la falta de ejercicio al aire libre, junto con una angustia indescriptible. Abrió el grifo, que escupía un líquido viscoso, color óxido.
-Otra vez-dijo- si seguimos así….
Un estruendo interrumpió sus reflexiones. Un cuadro se había descolgado a causa de un pequeño seísmo. De repente sonó la alarma del despertador que le recordaba que se tenía que ir a trabajar. Talía se vistió rápida y salió corriendo hacia el hospital.
Cuando llegó, todo era un caos, había gente corriendo de un lado a otro, cada vez llegaban mas enfermos. Su compañero de planta se acercó a ella, necesitaba ayuda urgente. Él la acompañó a una sala en la que se encontraban dos pacientes inconscientes. Ella los miró sorprendidos, esas caras les resultaban conocidas, se quedó un momento pensando de qué le sonaban esas personas.
Su compañero le explicó que un helicóptero de bomberos que acudían a apagar un incendio en la selva de Manaos, vieron una nave estrellada con dos heridos dentro. La chica tenía una grave herida que le producía una hemorragia en la pierna, y el chico se dió un golpe muy fuerte en la cabeza, lo que le había causado un coma leve aunque sin heridas físicas graves.
Mientras los pacientes estaban en reposo, Talía miró sus fichas y... entonces fue cuando los reconoció: eran sus dos mejores amigos de la infancia en el colegio Pegaso hasta que un día, sin explicación alguna, se mudaron a otro país.
Sikes tosió, Talía, asombrada ,se acercó y le dijo:
- ¡Sikes, Sikes! Soy yo ¿me recuerdas? Fuimos juntas al colegio, y éramos muy buenas amigas-
Sikes, la miró y, por el gesto que mostró, Talia se dio cuenta de que la había reconocido; se acercó a ella y le dio un beso en la frente. Al día siguiente, cuando la hemorragia de la pierna prácticamente había desaparecido, Sikes empezó a encontrarse mejor. Las dos amigas hablaron, entonces, sobre sus años de la infancia.
Al cabo de una semana, Sikes estaba recuperada y John había conseguido despertarse del coma. El médico les dio el alta. Talía les ofreció su casa hasta que se encontraran completamente bien y ellos aceptaron. John también había reconocido a su vieja amiga y estaba muy contento de que ella estuviera en ese momento con ellos.
Salieron del hospital y cuando llegaron a la casa de la enfermera, acomodaron sus cosas, y se echaron a descansar, mientras Talía preparaba algo para cenar. Hablaron mucho sobre ellos, los viejos tiempos, la infancia; hablaron también sobre la contaminación del medio ambiente, los continuos seísmos, la falta de vegetación. Le contaron a Talía el viaje que habían planeado a Brasil, donde pensaban pasar un tiempo; en Brasil parecía que la contaminación era menor y probablemente allí se viviera mejor.
Y a la hora de la cena, se sentaron alrededor de la mesa, pusieron la tele que tardó varios minutos en encenderse. Entre interrupciones por la mala señal que había, emitieron un informativo especial de última hora que decía : "¡NUESTRO PLANETA SE QUEDA SIN ENERGÍA!"
Esa mañana se había despertado aturdida. Miles de pensamientos se agolpaban en su mente. Apenas había dormido durante la noche; una pesadilla frenética le había dejado la boca seca y un fuerte dolor de cabeza. Se levantó con el sueño todavía arañando su cara y se dirigió al baño. Contempló su rostro en el espejo, su tez pálida revelaba la falta de ejercicio al aire libre, junto con una angustia indescriptible. Abrió el grifo, que escupía un líquido viscoso, color óxido.
-Otra vez-dijo- si seguimos así….
Un estruendo interrumpió sus reflexiones. Un cuadro se había descolgado a causa de un pequeño seísmo. De repente sonó la alarma del despertador que le recordaba que se tenía que ir a trabajar. Talía se vistió rápida y salió corriendo hacia el hospital.
Cuando llegó, todo era un caos, había gente corriendo de un lado a otro, cada vez llegaban mas enfermos. Su compañero de planta se acercó a ella, necesitaba ayuda urgente. Él la acompañó a una sala en la que se encontraban dos pacientes inconscientes. Ella los miró sorprendidos, esas caras les resultaban conocidas, se quedó un momento pensando de qué le sonaban esas personas.
Su compañero le explicó que un helicóptero de bomberos que acudían a apagar un incendio en la selva de Manaos, vieron una nave estrellada con dos heridos dentro. La chica tenía una grave herida que le producía una hemorragia en la pierna, y el chico se dió un golpe muy fuerte en la cabeza, lo que le había causado un coma leve aunque sin heridas físicas graves.
Mientras los pacientes estaban en reposo, Talía miró sus fichas y... entonces fue cuando los reconoció: eran sus dos mejores amigos de la infancia en el colegio Pegaso hasta que un día, sin explicación alguna, se mudaron a otro país.
Sikes tosió, Talía, asombrada ,se acercó y le dijo:
- ¡Sikes, Sikes! Soy yo ¿me recuerdas? Fuimos juntas al colegio, y éramos muy buenas amigas-
Sikes, la miró y, por el gesto que mostró, Talia se dio cuenta de que la había reconocido; se acercó a ella y le dio un beso en la frente. Al día siguiente, cuando la hemorragia de la pierna prácticamente había desaparecido, Sikes empezó a encontrarse mejor. Las dos amigas hablaron, entonces, sobre sus años de la infancia.
Al cabo de una semana, Sikes estaba recuperada y John había conseguido despertarse del coma. El médico les dio el alta. Talía les ofreció su casa hasta que se encontraran completamente bien y ellos aceptaron. John también había reconocido a su vieja amiga y estaba muy contento de que ella estuviera en ese momento con ellos.
Salieron del hospital y cuando llegaron a la casa de la enfermera, acomodaron sus cosas, y se echaron a descansar, mientras Talía preparaba algo para cenar. Hablaron mucho sobre ellos, los viejos tiempos, la infancia; hablaron también sobre la contaminación del medio ambiente, los continuos seísmos, la falta de vegetación. Le contaron a Talía el viaje que habían planeado a Brasil, donde pensaban pasar un tiempo; en Brasil parecía que la contaminación era menor y probablemente allí se viviera mejor.
Y a la hora de la cena, se sentaron alrededor de la mesa, pusieron la tele que tardó varios minutos en encenderse. Entre interrupciones por la mala señal que había, emitieron un informativo especial de última hora que decía : "¡NUESTRO PLANETA SE QUEDA SIN ENERGÍA!"